Farah, en pos de los Fantoches porno…


Revisó el nuevo catálogo de Fantoches para este verano y los rechazó por vulgares.
Si, ella sabía que prometían sórdidos encuentros de placer, acabado antes de comenzar, pero aquellas promesas no le harían olvidar el intenso sabor a goma de caucho que dejaban los Fantoches al acabar el acto sexual.

Cerró el catálogo publicitario y lo tiró a la basura, atusando su pelo anticuado, animada por la idea de no tener una imagen de Fantoche, ella también. Desde niña la habían enseñado a rechazar las modas, por superfluas y vulgares.
Recordó las imágenes del catálogo y los músculos perfectos de los Fantoches, tanto que parecían reales, cual gladiadores de la antigua Roma, y pensó en lo inútil de comprar uno de aquellos semi-hombres de gruesos labios y tatuajes de tinta azul marina…

Continuó haciendo acopio de provisiones en los días sucesivos, para evitar salir ahora que venía la estación del calor, y tener que tropezar con las imágenes de musculadas bermudas que invadirían el espacio en crísis. Miles de sandalias de goma animarían el cotarro, reclamando a sus dueños si es que estos no conseguían la calificación de Fantoches en las próximas pruebas PAF (Pruebas de Acceso a Fantoche) convocadas todos los años por aquellas fechas.

La robotización de la vida cotidiana, decretada por el presidente enano y su hermano gemelo, en pos de ahorrar material humano para los bancos de ADN, la había cogido tan de sorpresa, que fue elegida «Material de Desecho» ante lo evidente de su personalidad Bipolar: norte y sur. Aún así había obtenido la promesa de los Sindicatos de no ser expulsada de su trabajo, y respiró aliviada por la garantía de que no tendría que comprar un muñeco Fantoche…

Cientos de miles de depilaciones a láser habían sido gestionadas por el ministerio en el que ella trabajaba, y aún no entendía el motivo de la huelga general, de los que no habían resultado ganadores de aquellas ridículas subvenciones, convocada para el final de aquel calor tórrido que se avecinaba.

Amenazaban con enseñar sus ingles sin depilar, a sabiendas de las graves enfermedades mentales que tal acto obsceno podría producir en los recién nacidos Fantoches, tan inocentes en las fotos del catálogo recibido aquel mediodía. Estaban en juego miles de orgasmos, tenidos a menos desde que la Ciencia descubrió que éste acababa antes de comenzar a producirse, y pronunciar la «Ley del Cansancio Hipersexualizado», a la que rápidamente se habían adherido el presidente enano y su hermano gemelo, clonado después de su muerte en aquel terrible accidente de aeronave.

Las próximas elecciones se presentaban muy caldeadas, por la presión de la Ley anti-orgasmo, los altos precios de los Fantoches sexuales y el aumento de los precios en cualquier cirugía reparadora, debido a la crísis.
Lideresas mundiales, con labios elegidos por ellas mismas, comenzaron la lucha en pos de su derecho a operarse todos los años, y animaron a los funcionarios estatales a declararse en huelga por el recorte de sus depilaciones láser.
Tranquilamente abrió el sobre de correo que traía sus libros. Debía preparar su retiro, y había decidido estudiar bien aquella nueva tendencia científica que creía el orgasmo acabado antes de iniciarse. Si resultaba ser verdad significaría toda una revolución en el mercado de Fantoches. Miles de ellos quedarían relegados a las estanterías de los hipermercados… Pobrecitos -pensó Farah al recordar sus perfectos musculos, y el bello tatuaje del modelo llamado «Sexo Tribal»…