
Muchas veces observo en silencio.
Los Modelos.
Ya sé cuáles son los modelos cosificados que se van a dar en una interacción social.
Soy vieja. Tengo cinco mil doscientos años.
Veo como se acercan los chicos a la mesa de las chicas.
Veo como se me toma como “modelo”.
Tengo “seguidores”, miles de “me gusta”.
Colecciono puntos en Portugal por mis excelentes fotografías.
Soy leída, la gente observa mis dibujos.
Al final de los tiempos estoy sola.
Sólo una mujer. Madura.
En todos los sentidos.
Me gusta serlo. Sólo quería ser esto.
Un engaño enorme ha flotado entre mi ser verdadero y el modelo social cosificador, que me ha querido colocar en un puesto u otro.
Siempre los he rechazado y eludido, con un pretexto u otro, escurridiza, áspera y bella serpiente.
Antes por mi juventud, mi inexperiencia.
Ahora, porque ya sé el resultado de la jugada.
No juego.
Detestada por mi inestable e incoherente opinión política.
Así debe ser la Política, está viva y es ineludible, basta abrir los ojos a la mañana.
Dicen que no soy, “porque disfruté de mis prerrogativas masculinas” durante una dictadura militar que acabó cuando yo tenía ocho años.
Dicen que “no puedo ser Feminista”.
España.
Ahora, colecciono secretos inconfesables que me hacen insoportable la convivencia y el amor con hombre ninguno.
No todos son negativos.
La mayoría sí, y mucho me temo que no tienen solución.
La grandísima mayoría.
¿No es la mayoría la Democracia?
Me descubrí portuguesa emigrando.
Me distancié del África Colonial española dónde me crié.
Mi verdadero ser comenzó a aflorar a los treinta años.
Brasil me lo regaló.
Gracias.
Hoy, soy tomada como excusa para sortear asignaturas.
Tomada por ingenua, cuando pretenden que llamarme “comunista” sea un insulto.
Lo es, a la inteligencia.
Mi única guía contra cosificaciones, mutilaciones y traumas: la inteligencia.
Lusitana, islámica, verdadera inteligencia. Sin fascismo. Comunista irreverente, fan de Al-Láh y de Muhammad, profeta libertario y violento.
“Qué bonito tu pelo”.
Stalin ordenó en 1930 que las mujeres pudiesen estudiar en todas las facultades universitarias y ejercer cualquier profesión.
“Qué cuerpo tan lindo tienes”.
Mieles que te llevarán a un fraude.
Aún vieja, con cinco mil doscientos años, intentarán colártela.
“…Demasiado puta para las santas, demasiado santa para las putas…” escribí hace casi veinte años.
Nada ha cambiado.
Pareciera que empeora con el paso de la Historia.
Con la inteligencia, todo empeora.
Miradas, gestos, corazonadas.
Sentimientos, desgarran lo imposible de la verdad humana.
Tal pareciera una catarata incoherente de vértigo y amargura.
Sólo es una Maldición, como canta el “Fado”.
Arrastro conmigo un cansancio de siglos.
Ni dormir lo sana, ni estar despierta lo empeora.
No es mío.
Ya desapareció la Hora, el Calendario y el Año.
Hace mucho que desaparecieron, para conturbarme, aún más.
Así ando por el Mundo, señalada, observada y cosificada.
Sé que sabes de qué hablo, compañera.
Sólo se hace el silencio cuando se expresa mi alma.
Y, de nuevo, como dice el “Fado”, “se hace un silencio que parece rezo, y cuando la escuchan parece religión, los que antes quisieron comprarla…”
Siete de Octubre, píldora a la mañana que no pude tomar ante el control estricto del gasto, tarde de añorar.
Turno de papel en máquina expendedora, timbre y, al final de la tarde, guitarra portuguesa.
Fotografía y texto originales de la autora. Para mi bisabuela Carolina Rodrigues, natural de Madeira, en la foto con dos de sus hijas.