Cuando mi madre era pequeña, nacida en 1934, vivió en un barracón de maderas construido por su padre, un hijo de agricultores que huyó de la sequía y de la Guerra de Marruecos.
Mi madre, apenas una niña tenía que cargar agua en la cabeza, antes o después del colegio, para abastecer la casa-favela.
Sólo tenía un vestido y le cortaban las puntas de los zapatos, para que le cupieran los pies.
Vivían en los terrenos de un Falangista que dio trabajo a mi abuelo en un cine, dónde mi abuela regentaba la “cantina” sin saber leer ni escribir.
Todo estaba supervisado por la familia falangista que vivía no muy lejos y que controlaba todo con ojo de hierro.
Aparecieron por aquellas huertas un bando de familias gitanas húngaras, huyendo del Genocidio Nazi de la 2ª Guerra Mundial, y la Favela iba aumentando.
El lugar de encuentro de todos era el Cine, para ver películas o bailar, según el orden del Falangista propietario.
Y así andando el tiempo, fuimos a vivir a las Barriadas que construyó la Dictadura asesina de Franco, lo que mi madre consideraba “un progreso”, pues al menos no tenía que cargar agua, aunque la cocina fuese de carbón, ya entrados los años 50.
Desde que nací me crie en esa casa, que siempre consideré la misma favela, sólo que con paredes de adobe en vez de maderas clavadas.
Andando los años nunca me abandonó aquel sentimiento de saber de dónde vengo, y crecí con un fuerte sentido de “Favelada”, por mucho eufemismo que se usara para las casas baratas de las Pobras.
Siguieron corriendo los años y se acabó la Dictadura asesina de Franco, pero seguimos relegadas a la misma condición, sólo mejorada por la devaluación de la moneda y el automático aumento de los salarios.
A finales de los 70 inicios de los 80 nos mudamos a otra “Favela” más moderna, en la que se incluyeron a las “familias evacuadas del Sáhara Occidental” al abandonar la colonia de manera precipitada, inaugurando la “democracia”.
La modernidad trajo el desarraigo y la destrucción del sentido de Comunidad que mi madre tuvo con aquellas gitanas húngaras.
El “Progreso” se convirtió en dinero, coches y bienes de consumo, como fuera, incluso robando.
A mi padre se le retiraron los “beneficios” de la devaluación, y fue despedido porque ganaba más de antigüedad que de salario, y la “Reconversión Industrial” de Felipe González nos devoró.
A los 16 años, en 1982 la misma noche en que el PSOE ganó las Elecciones por mayoría absoluta, llegué a Madrid dónde me convirtieron en Puta Infantil, oh dónde diablos andaría la Ley del Menor en aquella catástrofe.
Y llego hasta hoy, donde sigo siendo orgullosamente “Favelada”, en completa soledad porque el resto de la Favela se considera Clase Media.
Lo cuento porque si no se habla, se entra en Depresión…
Sin más me despido, por ahora.