Desde la destitución de la secretaria y la presidenta por stalinistas nunca más redactaron ni una coma….
Mes: abril 2011
De cuando Farah se convirtió en abuela por tercera vez y rejuveneció veinte años
Cuando contempló la imagen de si misma, con la niña Sol en brazos, recordó las conversaciones que había tenido con los niños que había criado hace veinte años y que ahora tenían sus propios niños. El agradecimiento de estos muchachos y muchachas a los que ella bañaba puntualmente a las 8 de la noche para poder cenar todos juntos, escuchando la conversación totalmente libre entre ella y los niños, le devolvió un placer que ella había sentido, haciendo posible que fueran grandes hombres y mujeres. Su pequeña contribución, retratada ahora en una imágen que parecía de inmigrante siciliana de 1900, parece que continuaba y que tenía frutos, recompensas y hasta retratos.
Se sintió con la fuerza de veinte años atrás, cuando cargaba una niña en su cuadril y llevaba a otros dos, hermanos los tres, todos los días de paseo, una vez revisada la tarea y el trabajo de la escuela. Entonces empezaba una fiesta en la que se sentían libres, y crecieron con una tolerancia que ellos ahora creen que se las di yo.
Siempre les hablé como adultos para que se acostumbraran a asumir sus responsabilidades y jamás intenté humillarles ni menospreciarles, cosa tan dolorosa para un niño.
Ha sido la época en la que más felicidad vida y amor he dado y me viene de vuelta ahora, en forma de nieta Sol, que es preciosa y seguro que tendrá un futuro brillante como su nombre indica.
De cuando Farah rechazó la sexualidad rocambolesca.
«Yo maté a Sherezade» un libro de Joumana Haddad.
La escritora y periodista libanesa Joumana Haddad ha escrito «Yo maté a Sherezade», un libro polémico en el que desmonta la imagen de la mujer árabe en Occidente y que se publica ahora en español, en medio de las revueltas árabes. «Estoy feliz, pero deben servir para mejorar los derechos de la mujer», afirma.
«Nadie esperaba estas revueltas ni este despertar, pero me preocupa adónde van y si los nuevos regímenes mejorarán la situación de la mujer, porque es una prioridad. Los derechos de la mujer no son un lujo, son algo esencial para la verdadera democracia», explica a Efe esta poeta y ensayista, nacida en Beirut en 1971.
Haddad, que dirige una controvertida y bella revista, «Jasad», una publicación muy moderna de literatura, fotografía y arte, con el cuerpo desnudo como protagonista y censurada en todo el mundo árabe excepto en Líbano, asegura también que lo que está pasando en Libia «es una tragedia», pero que tiene «serias dudas» sobre la posición de los aliados.
«No sé que pensar; si es bueno o malo que intervengan, porque está claro que el pueblo necesita ayuda, pero también tenemos que pensar la motivación de esta ayuda. Veo que hay una motivación democrática pero también hay muchos intereses económicos», argumenta la escritora, traductora y periodista, conocida internacionalmente como responsable del suplemento cultural de «An Nahar», el principal diario libanés.
Joumana Haddad podría parecer una mujer de cualquier punto de Europa: italiana, española o francesa, con una imagen moderna y cuidada. Políglota -habla seis idiomas-, es una de las poetas más reconocidas de su país y es miembro del Comité del Libro; una prolífica carrera para la que asegura que desde por la mañana tiene que afilarse las uñas.
«El día es muy duro y tengo que estar preparada para todo», afirma esta mujer, que parece frágil por fuera pero muy segura y firme por dentro.
«El mundo está dentro de mí, no fuera», apostilla. Una premisa con la que ha tejido «Yo maté a Sherezade», este ensayo, que ya ha sido todo un éxito en Francia y que pronto saldrá en su país, aunque allí ha recibido ya toda clase de críticas contrarias.
Y es que Haddad ha creado su propio manifiesto, en el que otorga visibilidad a la mujer árabe dando para ello la vuelta al mito de «Sherezade», la heroína de «Las mil y una noches», que, dotada de habilidades narrativas y persuasivas, salvó su vida contándole historias al sultán toda la noche.
Para Haddad, Sherezade, «con quien se identifican muchas mujeres árabes, no puede ser modelo para nadie, porque es pura sumisión, su vida está en manos de los hombres, que pueden decidir su indulto. Por tanto, no sirve para subvertir el orden injusto», dice la autora, que propone a Lilith, la primera mujer creada del barro, y no de la costilla de Adán, como ejemplo de mujer inconformista y amante de la libertad.
Joumana Haddad, perteneciente a una familia cristiana católica muy conservadora, aclara que tuvo que hacer su propia travesía para conquistar su libertad y derribar los clichés del mundo árabe.
«Tengo dos furias -explica-. Primero, con las mujeres árabes que se complacen con esta situación de víctima que no puede hacer nada para cambiar la situación: por ejemplo, las mujeres de Arabia Saudí, que, aunque están en una situación durísima, son madres y podrían cambiar las cosas por medio de la educación de sus hijas y de sus propios hijos. Necesitamos una conciencia nueva -dice-, una nueva perspectiva de la mujer».
La otra furia para Haddad es la provocada por la imagen que dan los medios de comunicación occidental sobre las mujeres árabes. «Dan una imagen muy generalizada, sin matices, y yo les diría que la mujer occidental que se tiene que poner desnuda en un sofá para venderlo también es lamentable», concluye esta escritora, que defiende una sociedad laica en la que las mujeres tengan derecho «a elegir la vida que quieren llevar».
De Farah frente a las calles desiertas, sola y desarraigada.
Vagabundeó con sus botas de exploradora en busca de algún transporte público, mientras pensaba, con muchísima tristeza, en que había necesitado toda aquella experiencia negativa para retornar a su soledad amada.
Hablando con un chico, le dijo que esta vez, ya no quería estar más tiempo en soledad. Necesitaba compartir el calor de su cuerpo desnudo en el abrazo nocturno, la risa hasta las lágrimas repasando las tonterías cotidianas, el olor del cabello enamorado, el café llevado a la cama, conociendo de sobra el mal humor de despertar sin café…
Ya no tenía más ganas de conversar, agotado para siempre el amor fraudulento, que la había sumido en el mutismo.
Él solo añadió que ya tenía un compromiso y que no podía asumir ninguno mas, poniendo como excusa el horario de su trabajo y demás argumentos pueriles, genuinamente masculinos.