“La Revuelta de la “Chibata”. Brasil-1910.

 

A principios del siglo XX, Brasil decidió renovar su flota de Marina de Guerra.
El nuevo gobierno, instalado después del Golpe de Estado de 1889, posterior al Decreto conocido como “Ley Áurea” que abolía la Esclavitud dictado por la Princesa Isabel,  tras el que fue derrocado el Emperador  Don Pedro II,  instaurándose una República Federal.
Se compraron a tal fin de renovar la flota obsoleta, una partida de acorazados, tipo “dreadnought”.
Extremamente caros, fueron finalmente adquiridos en 1910 los navíos “Rio Grande do Sul”, “Barroso”, “Minas Geráis”,  y ocho navíos destructores de la “clase Pará”.
La marinería militar de Brasil estaba compuesta por elementos de población Negra y mestizos, y comandada por oficiales de élite blancos.
Gran parte de la marinería, si no toda, había sido forzada a enrolarse con “contratos de largo plazo”.
Eran habituales castigos corporales a los marineros por medio del látigo (Chibata, en portugués, de dónde toma nombre la Revuelta), así como deficientes condiciones en cuanto a alimentación y trato.
Tales condiciones relegaban a la marinería a condiciones de semi-esclavitud.
Joâo Cándido Felisberto, conocido como el “Almirante Negro” y quien ingresó en la Marina con la edad de 15 años en 1895, lideró la «Revuelta de la Chibata» en Noviembre de 1910, coincidiendo con la Revolución Rusa de octubre anterior.
Los amotinados se hicieron con el control de cinco navíos de guerra, y apuntaron los cañones hacia Río de Janeiro, por entonces Capital de la República, dejando fuera de juego al resto de la flota.
Los rebeldes exigieron, mediante una carta firmada del propio “Almirante Negro”, el “fin de los castigos corporales y la esclavitud practicada por la Marina de Guerra brasileña”.

 

El gobierno no supo, o no pudo según citan fuentes actuales, hacer frente al motín debido a la falta de recursos bélicos para apresar y hundir tales naves rebeldes fondeadas en plena Bahía de Guanabara,  que era la idea del Presidente de la República, Hérmes de Fonseca, y del Ministro de Marina, Joaquim Marques Batista de Leâo.
Por el contrario, el líder del Congreso Rui Barbosa, buscaba una ruta de amnistía para los amotinados.
Con total éxito, tal iniciativa fue acompañada por una Resolución de Ley de la Cámara de Diputados (Congreso Nacional), que respondiendo a un proyecto de ley, aprobó por amplio margen, la prohibición del uso del castigo corporal por medio de látigo u otros.
Los amotinados fueron amnistiados, y vueltos a ser presos después de una segunda revuelta, semanas más tarde que no tenía relación con la “Revuelta de la Chibata”, siendo posteriormente trasladados a la fuerza a plantaciones de caucho del norte del país.
En la actualidad, 131 años después de la Revuelta, se acordó en 2011 la creación de un Museo y un Monumento al “Almirante Negro”, cuyo título fue contestado por la Marina de Guerra actual, llegándose al acuerdo de denominarlo “Navegante Negro” para “no desairar a la oficialidad”. Esto fue aprobado durante el mandato de la Presidenta Dilma Rouseff.
La contestación al Proyecto se trasladó al “Servicio de Historia de la Marina Militar de Brasil”.
Hoy día el monumento fue inaugurado en la “Plaza XV” de Rio de Janeiro.