Deseo morir en Níger, librarme de ésta horda de esquizóides, y volar con mi loba en nuestro camello volador…

Pasó un día terrible, entre compras, gente aspaventada ante lo magnífico de su presencia, vestido minifalda negra con cremallera y sandalias de corazones turquesas para celebrar los 50 años de la minifalda. El pueblo se alborotó al ver sus pendientes de plumas turquesas y su collar de plumas negro…
Acabó conversando con el cura del pueblo y una pareja de amigos sobre el eterno dilema: el amor.
Pasó por el litoral apesadumbrada, insultada por una masa de mozalbetes esquizóides del porro y la hidrogenasa que sus padres alcohólicos les habían transmitido al engendrarlos, levantó su falda y mostró su trasero al pasar, levantando aullidos en aquella manada furiosa.
Le avergonzó que el marinero la viese, y continuó el camino cabizbaja hasta su casa, donde cocinó verduras.
Invitó a comer a un guerrero de plata, enorme, que al abrazarla hizo que se excitara…
Pasó la tarde en alegre compañía de chiquillos y chicas del pueblo, nadando con su loba.
La conversación alemana no le ayudó en nada, ya que insistía en unos valores muy conservadores, en fin pretender que una mujer como ella fuese invisible… ¡Totalmente imposible!
Durante la conversación alemana, contó su descabellado plan de dirigirse a Níger, a morir con su pueblo.
Quién sabe si encontrarían su cadáver reseco y momificado por el desierto y dijeran que era una gigante, que Tin-Hinan había vuelto a morir, miles de historias que circularían por cientos de campamentos, recorriendo el Sáhara entero.
¡Al menos una muerte digna! le dijo su amiga Malika al teléfono….

De Farah, el corazón fósil y la Luna de Capricornio.

Vistió su mono de miliciana, y de buena mañana fue a enrolarse en la Marina. ¡Había estallado la Revolución!
Al doblar la esquina se tropezó con dos toxicómanos que la insultaron salvajemente, no por ello logrando amedrentarla, sino más bien al contrario. Ella eligió el tono más amenazador, más vil e insultante que encontró para responder al insulto y hasta amenazó a las dos piltrafas humanas. Continuó su camino, no sin antes proferir un vociferante “¡Voy a dónde me da la gana!”
Su vida era un triste deambular, ante la dureza del desierto y sus habitantes, para lo cual estaba pronta. De pronto tropezó con una Cica Revoluta, con un corazón fósil, como el suyo, muerto hacía millones de años pero que mantenía a la planta viva en su esplendor. Pensó en las millones de veces que le ponían la zancadilla, y ella volvía a levantarse; en como su corazón, por milenario, se recomponía rápido con un buen abono y un lecho de bosque del Cuaternário.
Pensó en cuantos hombres se cruzaban en su vida y su sed de amarla, y ella rodeada de unas hojas espinosas, que alejaban a los “bichos” de su corazón milenario.
Al anochecer salió a deambular con su fiel Habiba, para ver la Luna, en el signo de Capricornio, brillando en un mar de plata, respirar el aroma de las olas, pasatiempo favorito de la loba y Farah en los últimos tiempos, y volvió a casa sola, otra noche más. Y deseó estar en el Trópico de Capricornio, allá por Río de Janeiro…