De cuando Farah quiso ser poseída por un anónimo.

Farah recibió un mensaje que decía que su Declaración como heredera de Tin Hinan, de “Por que no uso burka”,  no le parecía bien. Por decirlo de un modo educado y sin la descalificación, que el tal anónimo había colocado, terminaba diciendo que “Quiere poseer a Farah”, no se si de manera individual o en grupo, ya que mi artículo-cuento, habla de mi pertenencia tribal, y de mis condiciones como individua independiente dentro de la tribu. Recomiendo al anónimo leer un poco más sobre la vida de Farah, si es que no lo ha hecho ya de manera furtiva, igual que ha mandado su mensaje, y que sepa que Farah es imposible de poseer, primero porque se niega en rotundo a ser considerada un objeto, y son tales los que pueden ser poseídos. Así mismo le recomiendo la asignatura de “Antropología de la familia y el parentesco” que puede cursar de manera oficial en la UNED, dirigiéndose a la Facultad de Antropología, para comprender como nos organizamos los humanos.
 Si se refiere a otro tipo de “posesión”, debería enviarme un mensaje con su nombre, y a ser posible una foto, para  luego, decidir yo, si merece diez minutos de mi magnífica y majestuosa presencia. No voy a repetir el manido discurso de gente que se esconde detrás del anonimato para bla, bla, bla…
Prefiero hacer música, pintar, cocinar o escribir, y si no me pongo a limpiar, o a llenar mi palacio de humo, ya que es mío y solamente mío, aunque últimamente lo comparto con el “navegante negro”, que encontré al llegar al oasis de Siwa, y no nos va nada mal. No me cierro a conocer a otros hombres, ni a casarme de nuevo, ni siquiera a tener una relación de sexo lúdico, pues soy una persona educada, moderna y tengo la valentía de expresarme, bien o mal, eso no me corresponde a mi juzgarlo, como me parece y me viene en gana, a veces contra viento y marea.
A partir de ahora rechazaré todo tipo de comentarios anónimos, e incluso puedo en mi “telaraña” digital, hacer que ni siquiera lleguen a mi, para no tener que leer cosas, muchas veces incomprensibles o insultantes, ya que es mucho presuponer que “deseo ser poseída”, y va contra mis Derechos Fundamentales, ya que poseo, como la mayoría de los saharahuis, pasaporte español, y haré valer mi derecho hasta en el último Tribunal que exista.

De cuando Farah llegó a Siwa y encontró a Ulises, que había perdido su nave.

Llegó agotada, después de atravesar el desierto de la incultura y de lo tosco, de lo infrahumano, que la había hecho emprender el viaje en la sola compañía de su camella blanca y de su Loba Habiba, que había llegado con la lengua fuera para soportar el calor del desierto, vestida con el turbante negro y plateado de su madre.  Durmiendo, soñó que su madre le decía: Salam Alaaikum, y ella respondía: alaaikum salam ya ummi. La vio caminar por jardines de flores de color malva, y esto la reconfortó por la mañana, cuando encendió el fuego para hacer té.
Sin darse cuenta había volado desde Foum el Draá, en Guelmin-Smara en el Magreb, hasta Siwa, en el Mashrik como una estrella fugaz en la noche. Bebió su te admirada por el prodigio de tan rápido viaje, y descansó la mirada en el palmeral que tenía delante. Escuchó el rumor del agua, que le trajo el recuerdo de la sirena, aquella pintura antigua de su madre.
Al dirigirse al oasis para dar de beber a su camella y a la loba Habiba, que no se separaba ni un instante de ella protegiéndola, encontró un hombre negro, de bigote importante, más alto que ella, que ya era difícil. Al momento quedó prendida en sus ojos, en su sonrisa y se sorprendió hablándole a un desconocido, que la admitía con un solo velo azul y blanco cubriendo su cuerpo y una ropa transparente debajo, debido al calor.
Él vestía ropa color arena, y no llevaba velo en la cara, señal de que era extranjero, y cuando se apartaron de la vista de los demás, se besaron con una pasión y una dulzura que jamás hubiera esperado encontrar en el lugar que había elegido para dedicarse a Hut-Hor por entero, y permanecer sola para siempre. Se amaron con dulzura, con rudeza, pasión. Se besaron y mordieron sus labios hasta el delirio mientras él acariciaba su cuerpo como ningún hombre lo hiciera antes. Yacieron juntos por más de tres horas, y ella le pidió que fuera su esposo, siguiendo la costumbre Tuareg, en la que es la mujer quién elige. Él no dijo ni una palabra sobre su tatuaje de viuda y la aceptó así, tal como era.
Le respondió que cada doce días visitaría Siwa para vender sus mercancías, que llevaba desde su nave, en Alejandría, y se encontrarían, firmando un matrimonio por horas, que a los dos convenía. Se despidieron con una sonrisa, y él partió apresurado para alcanzar su nave lejana, que le esperaba en el puerto…

De cuando Farah decidió retirarse a lo más profundo del desierto.

Farah se cansó de tanta violencia en el trato de la rudeza de los hombres al dirigirse a ella, de la libertad que se tomaban para hablar de su intimidad en público. Se sintió tratada peor que una prostituta, se sintió perseguida y deseó llevar un distintivo que la hiciera inabordable o desaparecer y convertirse en estrella como su amado Rolando Toro, que brillaba más que nunca en la Luna de Shaban. Cargó todo a lomos de su camella blanca, de noche, furtivamente para que nadie supiese que se había ido para siempre, a hablar con la Diosa Hut-Hor, y reclamarle en un mar de lágrimas haberla abandonado. Tendría que contemplar, de nuevo, a aquella mujer de Egipto con cuernos de vaca y disco solar en la cabeza para recuperar la paz, y escuchar el himno “Que bonito está el Palacio” dedicado a ella, para recuperar su templo, y habitar en él.
Nunca volvería a salir del templo y se dedicaría por entero a Hathor, como la llamaron los griegos. La Madre Tierra que nunca la defraudaba y deseó volver al huerto del leñador amable, que jamás la cuestionaba, y nunca le había hablado de forma humillante. Un verdadero hombre, y lloró ante la imposibilidad de que la amase, y la tomase como esposa para resplandecer en unas nuevas pirámides construidas con flores, que él tan delicadamente cultivaba.
Lloró amargamente al emprender el camino, sola sin esposo, que la llevaría a Siwa, el oasis que comunica Libya con Egipto, para alejarse del desamor, y del desarraigo que sentía de si misma, como si la hubieran vaciado por entero.
La pequeña Loba “Habiba” vomitaba, sintiéndose igual de mal que ella por vivir en aquel asqueroso lugar, y recibiendo su menstruación, poco a poco, como hacen las lobas.
Decidió prepararse un Casco con cuentas y con plumas de cernícalo, y colocarlo encima de su turbante, para después tapar su cara con un leve velo azul celeste, que le habían regalado unos hombres buenos, para hacer su vida en la soledad más absoluta con la sola y única compañía de Hut-Hor… La diosa de la danza, la alegría, esposa y templo de Horus.

POR QUÉ VIVO SIN BURKA

Farah se sentía heredera de la princesa Tin-Hinan, en idioma amazigh “ella, la de las tiendas”,«que salió a tiempo de la Atlántida para fundar la tribu Tuareg, llamada “De los hombres libres” y donde son ellos, los hombres, quienes llevan velo.

Venía por tanto de una estirpe anterior a la conquista islámica del norte de África, y era partidaria del Islam Malikí, que acepta la existencia de santos y santas, y que incorpora en gran medida el animismo practicado por la etnias amazigh, antiguas pobladoras del Atlas así como de Cartago.

Su santa más amada es Maïmouna, que desnuda proclamaba a los cuatro vientos “Maïmouna araf Al Láh, Al Láh araf Maïmouna”, Maïmouna conoce a Al Láh y Al Láh conoce a Maïmouna.

A veces, cuando debía enfrentarse sola al tren nocturno, que la llevaba desde la casa de sus hermanas, usaba un hiyab que le cubría la cabeza y el rostro hasta la nariz para evitar a borrachos e indeseables que viajan  en este horario nocturno.
Jamás necesitó usar nikab, y ninguno de sus maridos se lo impuso, al seguir ella la ancestral costumbre del Sáhara de tener, ella, un harén masculino, y no al contrario donde los hombres tienen un harén femenino, como sucede en el mundo arabo-islámico, tal como lo conocemos hoy día.
Se sintió triste al saberse viuda y ser tatuada por el mágico Dervishe, que le hizo ver por fin, su verdadero rostro. Pero la animó la ley del Sáhara, que reconocía en su tatuaje de viuda, que era la heredera de todas las posesiones de su marido, que la había dejado en la indigencia y encima con deudas.
 Aún así, quiso señalar que su Amor había muerto, que él lo había matado para siempre dentro de ella, y se negó a vestir otra cosa que no fuera el pañuelo amazigh que cubre la cabeza y un velo fino, para tapar su rostro cuando tenía que tratar con aquella horda de indeseables y salvajes, que se hacían llamar “hombres”, y que para ella sólo significaban una multitud de gente sin valor, como el material que se desecha al trabajar la plata, adorada por su pueblo para fabricar todo tipo de joyas maravillosas de corte visigótico.
Se hizo acompañar de su loba “Habiba” y esperó a ver volar a los cernícalos, para que le dijeran que rumbo tomar en aquel Sáhara urbano de Occidente…

TONY BLAIR OPINA SOBRE EL 15-M

El ex primer ministro británico, en entrevista concedida a TVE  dice “Al final es la política la que decide si salimos de esto”, para continuar diciendo que “movimientos como este le parecen importantes pero que no pueden determinar la política”.
Afirma que,“que una de las cosas más difíciles para un líder político es seguir el consejo de escuchar a la ciudadanía porque el problema es cuando se escucha y se dicen cosas distintas» y acaba reiterando «en último término» la obligación de un político es «intentar hacer» lo que cree «correcto». «Al final, es la política la que va a decidir si salimos de «esto» en buena forma o no. «Las protestas son importantes, pero no pueden determinar la política«
Recordemos que Blair viene de la llamada “Tercera vía” alternativa, apoyada por el Gurú de la Sociología Anthony Giddens, y que se suponía progresista, de la que vienen lideres como Zapatero y demás integrantes de la pseudo izquierda neoliberal imperante.
Evidentemente a lo que se refiere el señor este es, a que en última instancia, las decisiones políticas, una vez definidas por el “sabio” Felipe González como «derrotadas por el poder financiero», serán las bolsas de valores ficticios y demás grupos económicos los que decidan que salida dar a “esto”, como lo denomina el señor Blair.
No creo que bombardear la ciudad de Faluya con bombas de fósforo, que han quemado viva a la población iraquí para aterrorizarla y expoliarle sus recursos, imponiendo un gobierno títere que sólo se representa a si mismo, sea hacer política. Lo perverso del discurso del señor Blair es robarse el término política, que para mi es sagrado, y darle el contenido de “cuando tengo el poder hago lo que me da la gana porque “cree que está haciendo lo correcto” según él.
Me pregunto por que a este señor, que se dedica a dar conferencias, no se de que contenido serán, pienso, seguro que muy parecidas a las del señor Aznar, le preocupa el Movimiento 15-M, y por que cree que son ellos, los  mal llamados políticos, los que decidirán si salimos o no de “esto” a lo que no se atreve ni a ponerle nombre. Un señor que debería estar en el Tribunal Penal Internacional por invadir un país soberano, Irak, y explicarle al tribunal toda esa sarta de sandeces de que “poseían armas de destrucción masiva”, que fue demostrado que era falso. La impunidad con la que actúan estos depredadores de capital humano, vía bomba de fósforo, o de los recursos de un país invadido, vía gobierno títere, huele mal, y no precisamente a política. La política es el arte que inventó Maquiavelo para lograr conseguir objetivos concretos y sacar del oscurantismo feudal a Europa y meterla en la modernidad de aquella época. ¿Por que permitirle al señor Blair que llame a sus asquerosos acuerdos por debajo de la mesa “Política”?