«Oh Al-Láh,
amarte ha sido comprender que la Dicha no es la Felicidad. No es la Alegría.»
Amarlo ha sido comprender que la Dicha no es la Felicidad.
No es la Alegría.
Y, sí, es Amar a un Ser fragilizado que ha necesitado mi verso en un segundo.
Veloz he secado mis lágrimas para asistirlo, olvidando mi corazón.
Amarlo más sería sucumbir al morbo de ser abandonada o, ejerciendo mi hipocresía, fingir no desear un compromiso.
Vuelvo a secar mis lágrimas, la mañana después, desvelada por una pelea de gatos ante la Luna llena.
Quizás esa sea la metáfora de mi vida.
El gato de mi conciencia agrediendo al gato de mi corazón.
Y lloro al recordar a los jóvenes amantes que se lanzaron juntos al abismo.
De puro amor murieron.
Frente a un Mundo incapaz de soportar y hacer florecer el Amor. Prefirieron eternizarlo en la Muerte, y así lo dejaron escrito en aterradora carta.
Yo lamentablemente sobreviviendo, como canta León Gieco. “Sobreviviendo”.
En la Dicha de no tenerte.
De no poder alcanzarte, pues hoy, amor mío, de nuevo te alejas hacia la Muerte.
¡Maldito Mundo que no soportas al Amor!
León Gieco.