“Fiera herida”. “…Sou fera ferida, no corpo, na alma e no coraçâo…”

No miró atrás, como decía la canción kitsch de Roberto Carlos.

Su trono seguía en peligro, y su alma de fiera así lo presagiaba.

La sexualidad rocambolesca de nuevo, quería apoderarse del Poder, y derrocarla.

El martillo y la hoz tendrían que acudir de nuevo en su auxilio.

Colocó henna en su cabello, sus manos naranja la saludaron, y comenzó a recomponerse.

Habló con sus amigas, Atlántico Sur y Estrecho de Gibraltar.

Teléfono urgente, la Comuna a través de las Ondas.

Una masiva respuesta en contra de un ataque más, al trono que sólo los genios podían derretir, a fuego.

Acrisolada su alma, por genios, genias y seres mágicos desde la infancia, se volvió hacia la imagen de Louise Michel, puerto seguro para ella.

Resulta humillante que un hombre con problemas identitarios y sexuales graves, se te pegue como a un clavo ardiendo, de manera balbuceante.

Su alma hablaba más que él.
Ella se negó a dejarse confundir por una asesoría técnico-espiritual disfrazada de emociones e interés sexual.

“Farah no tiene confusiones” habían repetido a su oído Djins, Ifritas y el Viento Ruh, siendo ella apenas un bebé.


La guitarra brasileña de Villa-Lobos la transportó al silencio.

Sólo las cuerdas hablaban, ante la machacona insistencia del teléfono, que batallaba por abrir un hueco en la muralla que había construido por esos días.


Abrazó a su Soledad, la suya. No era de nadie, ni siquiera de ella. Era Independiente.


Como aquel corazón de Fado. 


“Coraçâo Independente”.


El aroma del café la trajo de nuevo a la realidad.


Se sirvió una taza, con leche fría, poca azúcar.


Pensó en Clarice Lispector: “El cazador puede convertirse en caza…”


Tomó café, y fumó. La guitarra brasileña seguía flotando entre nubes, negras y grises.


Deseó salir al camino de polvo. El de la India, Rajasthán, caminar gitana descalza, hasta envejecer y morir.


El peso del Trono de Plomo se lo impidió.


También su compromiso con su gente, amada gente.


 1, Septiembre, 2017.



Fotografía “Hospinal-Antigua, Fuerteventura”, Texto y fotografía originales de Farah Azcona Cubas, protegidos por Licencia de “Creative Commons


Djins, Ifritas: https://es.wikipedia.org/wiki/Genio

Viento Ruh: “…Al-láh usa la palabra «nafs» para Su propio aliento, y el usa la palabra «ruh» para Su propia alma. Estas mismas palabras se usan para nombrara el aliento humano y el alma humana…”
http://www.islamhoy.org/principal/secciones/sufismo/musica.htm

Músicas: 

Fera ferida
https://youtu.be/FOOnItOvIkc

Heitor Villa-Lobos «Suite Popular Brasileña» (Completa) Pablo De Giusto
https://youtu.be/Z2_LDC-WQQ0

Coraçâo Independente
https://youtu.be/NgMUBy0XdHI

"ÁRABES AMAN".

Si señoras, aman, y oyen música, y son comunistas.
También hay árabes que son mujeres y feministas.
Incluso hay árabes que son ateos. Árabes que son cristianos y baháis, judíos y musulmanes que no quieren ponerle velo a nadie.
Hay occidentales que son nazis, evangélicos integristas y los que creen que los gays “van al revés”.
Occidentales que son machistas y asesinan a las mujeres, pedófilos (con sotana o sin ella)
Habemos occidentales que somos ateos, republicanos y feministas además de gays, artistas trasgresores, judíos, musulmanes…
Ya ven, el mundo es así: lleno. Los que lo quieren vaciar siempre son los mismos.
Los que creían que los discapacitados eran una carga para el estado alemán, cosa que me recuerda a la reunión de Santiago de Compostela donde el PP de Aznar quiso desmantelar el sistema de ayudas a los discapacitados. Sí, los mismos que dicen que algunos “vamos al revés” o que somos “manzanas y no peras”.
Deberíamos inventar un tratamiento “Abugraibano” para ver si se curan de una ideología cuyo fin es desmantelar la discusión política e instalar un régimen de hormigas obreras que sirvan a alguna especie, superior, que siempre son ellos.
Hay ideologías que deberían estar prohibidas y son el Fascismo y el Neoliberalismo que incluye un dislate tal que este:  “los problemas sociales colapsan al Estado”

Publicado en «La Opinión de Tenerife»-2007.

"IMPERIO"

De la construcción de un nuevo Imperio. De Petrópolis, Brasil al Sáhara Occidental.

Imaginó a Don Pedro I, hijo de Don Juan de Portugal y de Carlota Joaquina de Castilla, primer Emperador de Brasil, declarando la Independencia del Reino de su propio padre, Portugal, mediante un Golpe de Estado influido por la Burguesía comerciante y nobles instalados con prerrogativas.
Imperio Tropical, que nació tras la invasión de Napoleón Bonaparte de las tierras de la Lusitania romana.

 
Allá por la  época de Lusitania, Mauretania Tingitana llegó a Capraria y fundó factoría de Púrpura, en Isla de Lobos.

Nadie imaginó, nunca, que se construyese Petrópolis en Río de Janeiro.

Nadie imaginó tampoco que por el Tratado de Tordesillas, terminase la conquista de las “Yslas de Canária” en manos de la Corona de los Reyes Católicos.

Del aluvión del Foum el Draá, Sáhara, allá por las tierras de Canaria, marchó ella al Imperio de Don Pedro.

Al Nordeste brasileño, de sello ibérico, en la lengua y costumbre.

Música y encaje de bolillos.

Y se aposentó en una aldea, después de posar sus reales en las capitales imperiales de San Salvador de Bahía de Todos los Santos, y Recife con su perla Olinda.
La saludó la brisa de las palmeras, de más de cuarenta metros de altura, a los flancos del Palacio del Gobernador en Pernambuco.

Conoció el son de la Rabeca, los Reisados y Maracatús.

Transformose ella, poco a poco, en una majestuosa figura, que imponía la cordura con su aguerrido parecer político.

Retornada a las “Yslas de Canaria”, fue percibiendo la mezquindad de quienes señoreaban por aquellos pagos, de arenas, dehesas volcánicas y cabras.

Viajó de una isla a otra, observando lo maltratadas que eran sus gentes.
Los aborígenes fueron vendidos en ominosa esclavitud por Isabel y Fernando, en católica gesta.

En el Paralelo 28 del Noroeste de África.

En el Meridiano 0.

Mistura de gentes europeas, africanas y asiáticas, aquellas islas fueron otro Imperio.

Subtropical.
Mujer de alma lusitana, reseca por los jables y malpaíses de lava de Fuerteventura, quiso vivir.

Tropezó con lo zafio, lo ruin y lo aciago de aquellas ínsulas, lejanas a Petrópolis.
Apenas un puente, en manos de Virreyes elegidos en urnas postizas, traídas de Europa.
Maltratadas las gentes más sencillas, con tributos, impuestos y banqueros.
Rentistas, Condes y Terratenientes.
Apenas la luz de los faros en sus costas avisaba de no llegar.
Cual embrujo de sirenas cantoras, oleada tras oleada, siguieron llegando.
Sin saber que, existía un nuevo Imperio, triste sin Don Pedro I.
Un Emperador golpista, buen mozo, valiente en la guerra, y dulce en la música y las mujeres.
Tiranías atlánticas conformaron Metrópolis, allá dónde moraban colibríes y Lobos marinos.
Infecto humor les inyectaban a diario.
Tal pareciera que sólo ella lo percibía…

 

 

«Trabajador observado por una Genia», Maceió-Alagoas, 1999. Ilustración de la autora, lápiz acuarelable, tinta y crayón.

Lusitania. https://es.wikipedia.org/wiki/Lusitania

Mauritania Tingitana. https://es.wikipedia.org/wiki/Mauritania_Tingitana

Tratado de Tordesillas. https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Tordesillas

Petrópolis. https://es.wikipedia.org/wiki/Petr%C3%B3polis

“Lágrimas, tormentos.”

El lamento del hombre al levantar la bombona de butano inauguró la semana.
Ella sentada en una parada de guagua, de verano con horario infernal y calor al 66% de humedad.
Se subió y percibió que dentro era un horno.
Conductora de la guagua con ventanilla abierta y aire acondicionado apagado.
Reclama.
Enciende.
Baja, se dirige a hacer compras en un supermercado.
Deambula por las estanterías abarrotadas de información dudosa.
Se detiene ante un cartel que reza “Carne sin glúten”.
Piensa mareada, ¿existe carne con gluten? ¿Gluten lleva tilde?
Probablemente no se plantearán lo del gluten ante la carne del hombre que transporta bombonas de butano a 40ºC, ni venderán productos para eliminar el quejido del hombre al levantar trece kilogramos cada poco, durante una jornada de más de ocho horas, seguro.
Tampoco venden productos para evitar miradas acusadoras.
Ni sobres para digerir corrupción política o financiera.
Al llegar a la caja te preguntan ¿quiere bolsa?
Si respondes que sí, te cobran cinco céntimos.
Si respondes que no, antes habrás tenido que pensarlo y llevar algún artefacto en el que transportar la comida que te vas a comer.
Hace años, ella lo recordaba muy bien, salieron con un cuento de que “iban a cobrar las bolsas de plástico para disuadir de su uso y en tres o cuatro años eliminarlos de todo el espacio de la “Unión Schengen”.
 
Otros lo llaman “Espacio Schengen”, “Países del Área Schengen”…
En definitiva, es un espacio esclavista, rodeado de alambres de espino y cuchillas llamadas concertinas, a dónde una vez entras, si no recibes el pasaporte europeo, recibirás una dura presión.
Serás insultado en diarios, televisiones y campañas electorales, según las prioridades del fascismo de turno.
Da lo mismo tu origen.
Puedes ser “moro”, “negra” o “sudamericana”, apelativo despectivo aplicado por una anciana a una niña de apenas dos años de edad, con madre boliviana pero evidentemente nacida dentro del “Espacio Schengen”.
Si eres Gitana o Gitano llevarás el estigma de que te apedreen para sacarte de tu barrio, el de toda la vida.
Esgrimirán mil y un argumentos para justificar su odio a tu forma de entender la vida, tu físico o la cultura que tienes.
Las autoridades, encargadas de velar por que las Leyes aprobadas para evitar que todo esto pase, se encargará de torearte, o darte un pelotazo de goma antidisturbios.
Podrán solicitarte que te identifiques en cualquier momento, y si no tienes tu identificación, ¡ay!
Si le caes mal al agente del orden, ¡ay!
Si le pareces “mora”, “negro” o “sudamericana”, ¡ay!
Si, simplemente les hablas con contundencia, preguntando por qué desea identificarte, ¡ay!
Y así vamos, en este carrusel de alegría llamado “Espacio Schengen”.
Según las autoridades, antes todo eran lágrimas y tormentos…
Fotografía y Texto originales de Farah Azcona Cubas. 
 
«Casa de Colón, Vegueta-LasPalmas de Gran Canaria.»

“Alzar el vuelo. Instrucciones”.

 

“Se deberán observar las extremidades, y vigilar su correcto desarrollo desde la infancia.”
Somos unas aves perfectas, y por tanto frágiles en nuestra belleza.
Las madres-pájaro somos celosas de nuestros pollos, mismo que fuesen azules en un mundo de plumas amarillas.”

 

Cuando yo era pichona, me contaron algo de un pájaro feo, rechazado por su bandada, que andando el tiempo devino en un ave majestuosa, de las que me gusta enamorarme.

 

Tuve muchos problemas, y más de un trompetazo al lanzarme al abismo. Animada por las instrucciones de vuelo de mi padre.
“Empuja la piedra con el pico, y lánzala por el acantilado” me decía mi bello padre llenándome de amor y orgullo.
De siempre las aves de mi especie hemos espantado a los humanos así, a pedradas.

 

Por la noche guañamos, y dice la leyenda que nos confunden con niños humanos llorando, espectros, y todo tipo de cosas apavorantes, cuando escuchan nuestro canto nocturno.

 

Cantamos de noche para dormirnos en un lugar seguro, pues a través del sonido sabemos a que distancia están rocas, acantilados y arenales.

 

“Bate muy fuerte las dos alas a un tiempo” decía mi docto padre, acostumbrado a volar grandes distancias.

 

A veces, desaparecía por dos días, y yo quedaba en aras de mi medrosa y ululante madre.

 

A mi madre todo le daba miedo, y me sofocaba, a fuerza de arroparme contra su pecho de grueso plumón, desde dónde escuchaba sus graznidos de voz ronca y baja.
Me sentía tan bien bajo las alas de mi madre que dormía los dos días que mi padre estaba desaparecido.

 

Cuando mi padre volvía se liaban a picotazos, golpes de ala y garras enfrentadas.

 

Una vez superado este trance, mi padre me dedicaba sus clases magistrales de vuelo, no sin antes darme pescado que había traído desde muy lejos cuando en nuestro mar hacía calor y los peces huían.

Recuerdo la primera vez que me lancé al abismo y batiendo muy fuerte mis alas, ya bastante desarrolladas. Me di cuenta de que llegaba a una corriente de aire que me elevó.
Me dejé llevar, extendiendo amorosa mis alas de un plumaje rosáceo amarronado, deleitándome con el viento que me llevó.

 

Lejos.

 

Desde la altura, vi como mi padre se lanzaba al vuelo, y en un segundo me alcanzó.
Disfrutamos juntos, cantando y girando, subiendo y bajando.

 

Una vez convertida en un ave adulta, y conocedora del Placer de Volar, fue mi padre, de nuevo, quién me animó a abandonar aquel islote acantilado y emigrar, con mis compañeras y compañeros, en alegre y expectante bandada.

 

Volé a Europa, América y África, volviendo siempre al islote escarpado de mi infancia.

 

Conocí flores, frutos y arenas.

 

Selvas, manglares y miles de animales diferentes.

 

Comí cangrejos y frutas fermentadas que me marearon junto a mis compañeras, animándome a danzar frente a un bello pájaro de mi especie.

 

Bailamos hasta el paroxísmo, y seguimos un ritual instintivo que me llevó a despertar encima de un huevo, en amoroso y elaborado nido.

 

 

Fotografías originales de Carmen Azcona Cubas.

“Romántica, romancesca”

“Romántica, romancesca”, sentenció aquel remedo de hombre leyendo su declaración de Guerra con revólveres al cinto.

Ella no podía imaginar que lo decía para que se sintiese culpable y así poder manipularla.

A pesar de ser una valiente guerrera, acostumbrada a usar revólver y fusil, llevar cananas de balas en forma de collares indígenas, ella era apenas una niña.

Siempre lo sería, por el tamaño tan grande de su corazón. Nunca importaría la edad que tuviese.

Aquella especie de orangután, de zapatos achaparrados, de tres o cuatro números más, para no cortar las uñas de sus pies, tenía una barba rala, de las que se tienen por vago.

No era una barba cultivada, ni procaz siquiera.

Ni siquiera era un culto a su mentón, pues aquel monstruo ni siquiera sabía lo que significaba aquella palabra.

Ella le sintió nervioso a su lado, y se mudó al otro sofá, de adamascada tela color mostaza.

Él fingió interés por su conversación, pero ella andaba ya demasiado turbada a aquellas alturas de la tensa charla.

Ella le había mostrado lo maravillosa que era su casa, de la cual fue expulsado por ella misma, cuatro años antes.

Los ojos de él refulgían de una mezcla de envidia, rabia y vergüenza.

Ese es el cóctel de los cobardes.

Lo despidió en la puerta con el deseo de que nunca más volviesen a verse, y con ese pensamiento cerró la puerta, quedándose sola y arrepentida de haberle llamado.

A la semana siguiente, él la telefoneó.

Decía que había tenido problemas y no tenía donde dormir… Que si ella pudiese… Sólo un par de días… Hasta su voz era de súplica, en un tono fingido, queriendo convencerla de su amor por él…

Ella asintió, dijo que podría quedarse un par de días y se puso a preparar una habitación de invitados.


Él había dicho que vendría al día siguiente, de mañana.


A la mañana siguiente apareció él.

Su equipaje le pareció demasiado voluminoso, y hasta una guitarra traía el gañán.

Ella le hizo pasar y le llevó a la habitación dispuesta para él.

Se sentaron en la cocina y conversaron.


Ella sintió que la turbaba aquel hombre porque aún le amaba, a pesar de lo deshonesto de su comportamiento para con ella cuatro años atrás.
No hizo mucho caso de aquella sensación amorosa y siguió con las tareas del día.
Cocinar, lavar, pasear con su perra, esta vez juntos, de nuevo, como en aquel entonces, cuatro años antes…

Aunque la perra era otra, la anterior había muerto, y él aprovechó hasta la desaparición de la fiel compañera para manipularla, fingiendo un gran pesar y repitiendo el nombre del animal varias veces.

Comieron juntos, ella ocultando a su familia que él estaba de nuevo en su casa.

Después del almuerzo ella dijo que iba a hacerse una siesta.

Él dijo que si podían fumar antes unos cigarrillos juntos, mezquina excusa para meterse en su habitación y sentarse en su cama.

La misma habitación y la misma cama de las que fuera expulsado cuatro años atrás, antes de ser fulminada su presencia de la casa y la vida de la mujer de enorme corazón.

Lo logró y fumaron juntos, se tumbaron y allá yacieron juntos entre besos, apretones y suspiros.

Tuvieron sexo, comieron juntos, durmieron y despertaron.


Así durante tres días.


Sólo salían a dar largos paseos, como antaño, con la perra.

Sus conversaciones eran siempre en un tono de reproche por parte de ella, y de una altanería culpable por parte de él.

Hablaron mucho, sobre como querían vivir, y hasta pareció que él hubiese cambiado.

Él pasó los tres días enrojecido, pensando cómo ganarse el pan, sabiendo que ella no le daría nada.

Nada de nada.

Ella le sugería formas de hacerlo, y él se zafaba en multitud de excusas, de las que dan los vagos y mantenidos.


Él llamó a su madre.


Ella sabía lo que aquello significaba.

Su madre, una mujer muy católica, dispuesta siempre a darlo todo para que su bebé malcriado, de zafia compostura, estuviese a salvo y no le faltase de nada.

La madre ni siquiera sospechaba de la existencia de la mujer de gran corazón.

Él desapareció al día siguiente.

Ella le telefoneó durante un largo día, sin saber dónde estaría ni que iría a hacer con su vida.


Al final de la tarde apareció él.


Todo eran hechos consumados.

Tenía un billete de avión, y dinero suficiente para drogarse y aparecer con un temple desafiante, de abierto maltrato.

Ella le dijo que se fuese, esta vez definitivamente




Ilustración: «Jacqueline a la otomana» Pablo Picasso.

“Bagdad. Ella, los hombres y la Guerra.”

Bagdad.
Se convirtió en una mujer arrasada.
Tres misiles Tomahawk despegaron desde un navío de guerra.
U.S.A.
Aterrizaron en Bagdad, año 2003.
1423, años de la Hégira.
Esa noche comenzó a sentir la muerte de la Nación árabe.
La Umma.
امة
Lloró desconsolada frente a la pantalla, el ojo que todo lo ve y la cámara que todo lo muestra.
Ese día, ella y su madre, dejaron de ver la televisión.
La Guerra.
Desde 1915, aparejado al Sufragismo, nació el “Comité de Mujeres por la Paz Permanente” en La Haya, Holanda.
Su oposición militante contra la Primera Gran Guerra europea del siglo XX, después trasladada por efecto dominó a Asia, África y demás posesiones coloniales de Europa en el mundo, fue el motor que movió a las mujeres a ampliar su agenda política, después de su participación activa en las Revoluciones de México y Rusia.
“أحـلام”
 
“Sueños” Iraq  2003, film dirigido por Mohamed Al-Daradji.
Los misiles Tomahawk  destruyeron el Manicomio.
Los pacientes huyeron ante la desbandada del personal durante el bombardeo.
La rotura de muros, puertas hizo que huyeran y se dispersaran.
   Deambulaban por una ciudad tomada por los blindados americanos.
El Director y un grupo de enfermeros salieron en su busca.
Salvaron a muchos, de los bombardeos o de ser confundidos con
“sospechosos” en los controles de la tropa, y ser abatidos a balazos.
Recuerdo a una enferma que está vestida de novia.
Ha enloquecido ante el arresto sin motivo de su prometido y su posterior desaparición.
Ella apareció en las ruinas de una casa, acurrucada en el suelo, con un muñeco mugriento en su regazo.
Cantaba y le acunaba.
Recuerdo al Director del manicomio, antes de los bombardeos,
preocupado por la situación que se les venía encima, fumando un
cigarrillo tras otro, insomne.
Ya imaginaba lo que pasaría en aquel Manicomio-cárcel que él había
sacado de un periodo de mazmorra y tinieblas.
Su madre le consolaba.
La mía no.
A mí me consoló, años más tarde, la historia de Darina Al-Joundi y de
 su padre, un sirio ismaelita, que vivieron la Guerra del Líbano.
Darina, después de tanta violencia sólo podía recordar a Nina Simone, cantando “Save me” en la radio.
A mí me salvó Asmahan, y Oum Kalsoum cantando “Al-Atlal”.
Fumando, un cigarrillo tras otro, insomne…
MUJERES CONTRA LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: EL COMITÉ INTERNACIONAL DE MUJERES POR UNA PAZ PERMANENTE (LA HAYA, 1915) Carmen Magallón Portolés y Sandra Blasco Lisahttp://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/35/22/06magallonblasco.pdf
“Ahlaam”  Film, Iraq-2003  http://www.fotogramas.es/Peliculas/Ahlaam

 

“Ella y las esquinas, por la noche.”


Abandonó al trote aquella situación tenebrosa.

 

De malos entendidos, uniformes y malos humores hepáticos.

 

Recordó que hacía muchos años que aborrecía la noche.

 

 

Sin saber cómo, se vio a sí misma en el pasado.

 

En una rocambolesca maniobra, se vio desde su yo actual.

 

Se dio cuenta de cuan repugnante es la fanfarria nocturna.

 

Mezcla de vapor barato de alcohol, y a cada paso para doblar una esquina, aquel hedor hediondo a pescado frito en aceite rancio.

 

Una rata serpenteó entre la basura a su paso, y le pareció un signo.

 

الساقية

 

 

Cuando atravesó un puente, el hedor a fritura, subía por el cauce seco de la Sagüia.

 

 

La Sagüía de los Santos. Un barranco en el que años atrás yacía un mendigo dando alaridos, despachurrado entre las rocas, de puro dolor en el corazón.

 

 

Siguió andando, y a cada paso, su alma se volvía más pesada, como de fuera del orbe.

 

Se sintió atacada en su ánimo sensible por la grosería, la cobardía.

 

Y le dio asco.

 

 

Un asco terrible que no sabía cómo sacarse de encima, de la ropa, de dentro de las tripas.

 

Al doblar la última esquina, la saludo el hedor de otro mendigo que dormía dentro de un cajero de Banco.

 

 

Los coches pasaban a toda velocidad, por encima de un charco haciendo un ruido familiar.

 

Durante el trayecto le volvían a la mente todos los actos abyectos que había soportado.

 

 

Palabras, miradas, formando parte de un taimado asunto, que sólo se masca por las noches.

 

Los celos infantiles, la cobardía, el deshonor.

 

Un abanico de maldad que habían sacado a pasear esa noche.

 

Ella se lo tropezó de cara.

 

Abrió la puerta del portal, y se sintió a salvo.

 

Como antaño. De vuelta en la Zagüia. زاوية‎‎

 

 

 

 

Fotografía-Mujer de Ramallah, Palestina. Alrededor de 1900.

 

 

Sagüïa- cauce hondo que a veces lleva agua o permanece seco, dependiendo de la estación. (traducción del Hassanía)

 

Zagüia- (Fem.) En Marruecos, especie de ermita dónde se halla la tumba de algún santo o santa.

 

Conversaciones urgentes.

El teléfono no paraba de sonar, y estaba en modo altavoz.
Ella estaba terminando el peinado de una señora evangélica, apurada por llegar al Tanatorio.
Cada llamada, con voz femenina de musicalidad cubana, anunciaba un éxito en las “mechas”, buenas nuevas sobre hijas, estudios y haciendas.
Él llegó de la calle.
Con sombrero panamá y bermudas.
Trajo noticias de Cuba. Hablo con fulano, mengano y zutano.
Observó, saludó y volvió a la calle, a hacer compras para el almuerzo.
La melodía de las voces de él y de ella, no dejaba entrever la hostilidad acumulada durante años de pesares, luchas, fatigas y enfermedad.
Al llegar él de la calle, con boniato y carne, surgió la alegría y la conversación entre los tres.
Fueron de Rohani, el ganador de las Elecciones Presidenciales de Irán, a cantar estrofas de “Buche y pluma na´ ma”
Cocinaron, lavaron y rieron.
Las cafeteras animaban el ambiente, mientras el teléfono seguía tocando, urgente.
Sonó la alarma que habían aparejado para que la harina de maíz, cocinada en olla exprés de mágico vapor, no se quemara.
Entraron las dos en conversación femenina, intima.
Bailaron de Sartre a Freud, y lucharon por recordar el término “Existencialismo”, rebuscando en sus cabezas ajetreadas. Del Ecumenismo al Islam, y ahí la comida estuvo lista.
Prepararon la mesa para ellas.
Él seguía en la calle…

Ilustración, Cándido Portinari-Brasil. «Mestizo»

De Farah y el cuero corroído.

sertao

Se sintió abrumada por el peso de la vida, sin más. De repente.

Le cayó todo el peso del globo terráqueo encima, y fue mujer en un mundo repugnante.

Asqueada, se abandonó a su dolor de cabeza, las náuseas, esta vez reales, y el desamor.

Ella hablaba de un estudio sobre la violencia en los jóvenes árabes. Él hablaba de armas, sabía sus modelos, peso y calibre.
Parecían dos monólogos que nadie escuchaba.

Empezó a enfadarse, y apesadumbrada lo abandonó en la ducha, con una frase que ella sabía lo dejaría desconcertado.
Harta de un juego de dolor interminable, no sabía más que debía hacer. Ni siquiera quiso hacer nada. Hastío era la palabra.

Fingió no estar enfadada, ni decepcionada, cuando él le preguntó. Su cara jamás ha disimulado nada, y cien mil años de historia le cayeron en el rostro esa noche.
Él deambulaba, torpe, por la vida de ambos, sin saber que hacer o decir.
Ella lo despidió en la puerta con una mirada que contenía toda la tristeza del Océano.
Él se resistía a abandonarla, y ella dibujó una sonrisa que sabía lo alejaría.
Él continuó preguntándole, desconfiado, a través del teléfono que era lo que le pasaba, la noche llegó y ella cortó la conversación.

Al día siguiente decidió viajar a visitar a una amiga. Tomaría un avión que le borrase la tristeza de la faz. Habló con su madre y juntas lo planearon todo, quién cuidaría a la loba en su ausencia y algunos detalles más del dinero y más componendas cotidianas, de las que sólo las mujeres resuelven bien.

Deseaba tanto ver los ojos limpios de su amiga, tan amada. Hablarían deseosas, de saber la una de la otra, animadas por el cotarro político y la basura en la que se les había convertido el Mundo. La llamó para decirle que iría a visitarla, y una nueva esperanza, pequeña como la luz de una vela, comenzó a encenderse en su alma.

Su alma. La de las mil batallas, pedazos hechos jirones colgándole, cicatrices que sólo a él le había enseñado.
Miró a su loba dormir feliz, y verla la consoló.
Escuchó a la loba beber agua, con ese sonido familiar, de vida en comunión, sólo con ella.

Afiló sus colmillos, loba también, para comenzar una nueva andadura. Lavó su pelaje que brillaba más tarde con el sol de la mañana.

La conversación con los Tidjaníes le devolvió la fuerza que creía perdida. Hablaron de la Vida, el Alma y la Ciencia. ¡Oh Ciencia amada que no conoce fronteras! Omnisciencia del desierto, al fin. Se declaró observadora de la Baraka y ¡el tidjani la entendía!

Despertó a la mañana después del peso, la angustia y aquel parloteo sobre armas, que aún le rondaba la cabeza.

Ella supo que sólo era cháchara, y le resultó tan infantil que abominó de aquel hombre. ¿Qué sabría él lo que era asustarse al ser encañonada en cualquier calle de Salvador, Bahía?
Ver la boca pequeña de un revólver plateado y feo, apuntándote.

¿Contemplar a los verdaderos bandidos blandir sus ametralladoras de culata corta, vigilando su bosque, al que una vez entrabas, salías bandida o cadáver? ¡Quiá! Pura cháchara de crápula envejecido mintiendo.

Borró aquella presunción, aquella bravuconada de hombrecito patético, con sólo pensar en la valentía de una mujer iraní que afrontaba su historia.

Recogió sus cabellos de henna, largos, y comenzó a preparar su hiyab, para emprender su nuevo camino. Mejor así, pensó, sin que los bandidos observen el brillo del pelaje de una loba que cuida celosamente de su manada.