El lamento del hombre al levantar la bombona de butano inauguró la semana.
Ella sentada en una parada de guagua, de verano con horario infernal y calor al 66% de humedad.
Se subió y percibió que dentro era un horno.
Conductora de la guagua con ventanilla abierta y aire acondicionado apagado.
Reclama.
Enciende.
Baja, se dirige a hacer compras en un supermercado.
Deambula por las estanterías abarrotadas de información dudosa.
Se detiene ante un cartel que reza “Carne sin glúten”.
Piensa mareada, ¿existe carne con gluten? ¿Gluten lleva tilde?
Probablemente no se plantearán lo del gluten ante la carne del hombre que transporta bombonas de butano a 40ºC, ni venderán productos para eliminar el quejido del hombre al levantar trece kilogramos cada poco, durante una jornada de más de ocho horas, seguro.
Tampoco venden productos para evitar miradas acusadoras.
Ni sobres para digerir corrupción política o financiera.
Al llegar a la caja te preguntan ¿quiere bolsa?
Si respondes que sí, te cobran cinco céntimos.
Si respondes que no, antes habrás tenido que pensarlo y llevar algún artefacto en el que transportar la comida que te vas a comer.
Hace años, ella lo recordaba muy bien, salieron con un cuento de que “iban a cobrar las bolsas de plástico para disuadir de su uso y en tres o cuatro años eliminarlos de todo el espacio de la “Unión Schengen”.
Otros lo llaman “Espacio Schengen”, “Países del Área Schengen”…
En definitiva, es un espacio esclavista, rodeado de alambres de espino y cuchillas llamadas concertinas, a dónde una vez entras, si no recibes el pasaporte europeo, recibirás una dura presión.
Serás insultado en diarios, televisiones y campañas electorales, según las prioridades del fascismo de turno.
Da lo mismo tu origen.
Puedes ser “moro”, “negra” o “sudamericana”, apelativo despectivo aplicado por una anciana a una niña de apenas dos años de edad, con madre boliviana pero evidentemente nacida dentro del “Espacio Schengen”.
Si eres Gitana o Gitano llevarás el estigma de que te apedreen para sacarte de tu barrio, el de toda la vida.
Esgrimirán mil y un argumentos para justificar su odio a tu forma de entender la vida, tu físico o la cultura que tienes.
Las autoridades, encargadas de velar por que las Leyes aprobadas para evitar que todo esto pase, se encargará de torearte, o darte un pelotazo de goma antidisturbios.
Podrán solicitarte que te identifiques en cualquier momento, y si no tienes tu identificación, ¡ay!
Si le caes mal al agente del orden, ¡ay!
Si le pareces “mora”, “negro” o “sudamericana”, ¡ay!
Si, simplemente les hablas con contundencia, preguntando por qué desea identificarte, ¡ay!
Y así vamos, en este carrusel de alegría llamado “Espacio Schengen”.
Según las autoridades, antes todo eran lágrimas y tormentos…
Fotografía y Texto originales de Farah Azcona Cubas.
«Casa de Colón, Vegueta-LasPalmas de Gran Canaria.»
¡Ay! La Casa de Colón en Vegueta. Yo estuve en octubre del 15. Si hubiera sabido lo que sé hoy…
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Había una exposición alucinante titulada «Metrópolis Atlántica»…» La Casa de Colón»…
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