La República de las Mujeres.

Campamento

 

Le despidió con una Bulería.

“…Se acabaron los pleitos, primo

Que a ti te quiere tu madre, y a mí me quiere la mía…”

 

Y emprendió el Camino, sola.

Una vez más, armada de lápices, cuadernos, mapas y fotografías.

Ésta vez contaba con su voz y una grabadora.

Decidió contar cada paso que diera.

 

Ahora, aumentada la alegría de la Tribu con la gata-leona Wafa, que se unió en amor a Habiba, la Loba y Farah, la Exploradora.

Emprendieron la vía de asfalto, ardiendo por la canícula.

Las diminutas patas de la gata leona se protegieron sobre el lomo de la loba Habiba, que la cargó, haciéndola suya.

Todas con el firme compromiso de amarse y cuidarse, así como Farah con sus hermanas de Camino.

Un camino que cambiaría de los callados de playa a dunas altas, allá por los arenales.

 

El Campamento de Mujeres, que las tres transitaban, estaba hecho con ladrillos de Amor y cemento de Cuidados.

Firmes eran las paredes, y ellas amantes de los hombres, mujeres, niñas y niños. Jóvenes, viejas y animales.

 

República de las Mujeres en Expedición, y saltarían a las ondas de la Radio, una vez superado el obstáculo de Mercurio, enfadado desde meses atrás.

Habían logrado un acuerdo y transmitirían su amor por la Tierra y los Océanos, allá abajo, al sur de Agadir.

Sin reyes ni coronas, en alegre parlamento de risas, vino bulerías y alegría.

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