Observó impaciente la pantalla.
El muchacho delgado con alma de Zorro sahariano, no le escribía ya hacía una semana.
Descubrió en sus ojos, parecidos a los de un Lemur, todo el Deseo y el Amor del Mundo.
Fue feliz abrazándolo bajo la catarata de la ducha.
Los besos ese día, sabían a acacia espinosa.
Ella, Jirafa adulta, conocía bien el sabor fresco de aquellas ramas y hojas.
Su lengua, dotada por la Evolución de una especialidad para masticar las espinas del las Acacias, practicó con la del Zorro sahariano una danza maravillosa. Erótica y antropofágica.
Y siguió ella pensando en el Zorro delgadito, de mirada miope, como la suya.
El amor fue, entonces, miope.
Gata y Perra corrieron y jugaron.
Ellos dos hicieron lo mismo. Del sofá a la cama, de la cama a la ducha, amándose en un juego agotador.
Se sobreponían así a dos años sin olerse, lamerse y no verse.
Los dos, el Zorro y la Jirafa, miopes.
Texto e ilustración de la autora, Derechos Reservados por Licencia de «Creative Commons».
Titulo: «Como dos animais», Alçeu Valença.