Escuchaba el Taqsim Bayati mientras pensaba en el extraño día que le había tocado vivir.
Había soñado con un hombre árabe y estaban los dos en una ciudad de Marruecos, probablemente Agadir, y hablaban y caminaban. La situación era de una familiaridad rayana al matrimonio, y se sintió muy bien a su lado. Era un hombre más bajo que ella de estatura, con una voz grave que le hablaba en idioma Chlou, Vestido con aquellos pantalones clásicos que tanto le gustaban a los hombres árabes y camisa de botones. Ella caminaba a su lado y sintió la felicidad presente, Se había dormido comiendo almendras tostadas y se despertó en un reguero de almendras sin comer, y triste porque sólo fuera un sueño. Quería sentir a ese hombre a su lado al despertar y hacer te para los dos…
Se miró al espejo, y vio sus ojos sin desmaquillar pintados de turquesa y marrón. Contempló sus cabellos de henna revueltos por la cama. Observó su tatuaje en la barbilla, y se sintió apesadumbrada, y hasta abrumada, por el peso de su feminidad tan poderosa, que hacía que necesitara tener a ese hombre por la mañana en el baño con ella, ducharse juntos….
Tomó café y te y no lograba despertarse y llamo a su amiga, heredera de los que degollaron al tirano Hernán Peraza, que inmediatamente, a través del sonido de su voz, le transmitió la calma necesaria para afrontar todo aquel peso.
Cocinó, lavó, estudió y aún así, sentía el peso de la falta de aquel hombre de sus sueños, en su vida, en su casa, en aquel mismo instante.
Fue sincera consigo misma y se dirigió al baño, ¡nada
como un buen Hamam para sacar todo lo malo…!
Escuchó la música dedicada a Hathor la diosa-vaca con un disco solar entre los cuernos, y se sintió mejor al lavar su cabello y enjabonar su cuerpo con jabón de argán.
Fumó un cigarrillo después del baño y se dirigió a su triste vida en espera de dormirse y soñar de nuevo….
Magnífico, Farah. Ya decía yo que me olía a almendras tostadas esta tarde… Los indicios están: sólo tengo que permanecer atenta. 🙂
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Magnífico, Farah. Ya decía yo que me olía a almendras tostadas esta tarde… Los indicios están: sólo tengo que permanecer atenta. 🙂
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Farah,en su feminidad tan abrumadora,tiene una enorme necesidad de utilizar esas emociones que la feminidad le repora.Sólo cuando esto le produce tristeza,llama a su guardía-guerrera,la nueva Huatacupercha,que le habla y guarda sus sueños,sin ella saberlo,con su fortaleza y presencia.Deja que cuando sus sueños vuelven,nadie interrumpa a Farah.
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Es cierto, cuando Farah come almendras tostadas las huelo también, sufro con ella esa soledad y ansío con ella la llegada. La llegadas suelen ser más alentadoras que las despedidas.
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Es cierto, cuando Farah come almendras tostadas las huelo también, sufro con ella esa soledad y ansío con ella la llegada. La llegadas suelen ser más alentadoras que las despedidas.
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