De Farah, hablando a solas con las olas.

Se sintió sobrecogida ante el viento nocturno de la Luna de Shawal. Oía golpear las olas contra el malecón, y cada ola le traía una tristeza, un agravio, una traición, y pensó que antes de llegar a aquel puerto mágico, sólo deseaba morir. No quería vivir más, en aquel interminable caminar con su loba y su cernícalo.
Sintió como no pudo vivir su primer amor, ya que a los 19 años ya era viuda, para siempre. El resto fue un peregrinar de mano en mano de hombres malos y crueles, cada uno con su interés personal, sin tenerla en cuenta jamás. Aborreció esa vida y ahora, la condenaba a desparecer. Haría un conjuro en el Aïd Al-Kabir, para enterrar toda esa basura, y sentirse por fin libre y soberana. Dueña al final de su Reino en el que sólo podían participar pájaros, lobos, peces…
Deseó poder volar en una alfombra mágica para recorrer el desierto y contemplar la belleza de las estrellas. Pensó que pronto llegaría su hermano, el buen leñador, llenando el espacio por completo, con su sonrisa. La sola idea la llenó de felicidad.¡Su amado hermano!
Compartirían desierto, camella, loba y cernícalo, regalos de su padre, al ser nombrada ella jefa de Clan. Su hermano no era muy dado a estas cosas folclóricas, y se sentía un ser libre, lleno de energía, y leve como la espuma de las olas. 
Le gustaron los dibujos del jardín ciclópeo que había construido en el País del Silencio y que le había hecho llegar, junto con lavanda y viruta de madera olorosa, al que ella viajaría en invierno, para entregar los documentos elaborados el año anterior. Disfrutaría de su amor por el olor a cedro, abedul, paja fresca y barro. Amor a las piedras, a los circuitos de agua al estilo de Tenoxtitlán, la bella…

 Fotografía: Mrs Ruiz. «Fotorama».

2 comentarios sobre “De Farah, hablando a solas con las olas.

  1. Sin palabras a la altura del texto y aún menos de la fotografía (felicidades a la fotógrafa y a la modelo), recurro a las «Mil y una Noches»(regalo de Farah):
    Delgado y esbelto, un alba de luz se alza desde su pelo a las cejas: cabellos como la noche,
    Frente de alborada. Y no olvidéis el lunar que adorna su mejilla, negra anémona que despunta…
    (En el caso de Farah, el lunar está, significativamente, en la barbilla).

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