Después de hacer el amor con el hombre más guapo del planeta se sintió triste.
Tomó un baño para quitarse el olor a su perfume, evitando recuerdos que la harían sufrir. Esperaba que el tiempo pusiera a aquel hombre tan tímido en el centro justo de su corazón y a ella , tan desafiante y fiera, en el centro izquierdo del suyo.
Deseaba que con el tiempo, el hombre guapo entendiera a una mujer tan difícil como «Tieta del Agreste», la heroína de la novela de Jorge Amado encarnada en el cine por Sonia Braga.
Espléndida en su madurez, deseó ser entendida y amada, por fin por un hombre guapo y tímido, de bella sonrisa. Un hombre que la consideraba su par y que la deseaba, igual que ella lo deseaba.
El recuerdo resultaba turbio y desasosegante, como la sensación que le quedó a ella, al verlo vestirse para tomar la puerta e irse a su vida, sabe Dios cual sería…
Atesoró la promesa del hombre de telefonearla en el futuro, y como Tieta, agarró el báculo de pastar el ganado que usaba para conducirse entre la gente, altiva, desafiante como una estatua, un mascarón de proa que era la viva imagen de la Libertad…