“Las Harimaguadas y Tenesoya: la Herida Colonial”.

Se dice en la crónica, lo que mal entendían curas y cronistas, que la voz “Harimaguadas” correspondía a monjas relacionadas con la «virginidad».

«Tenían estos Guadartemes casas de doncellas enserradas … las quales eran muy queridas rregaladas por los Guadartemes y servidas de los no les» (Ovetense, p. 162, ed. M. Padrón).

Antonio Cubillo piensa que en su composición pueden entrar los vocablos beréberes IMA O MA = madre y GUDA o GUDI, dar gracias a Dios, relacionados con el culto matrológico, lo que se corresponde con la línea matriarcal dadora de nobleza, linaje y parentesco en la sociedad Guanche.

Todos los intentos de emparentar a las “Harimaguadas” con el corpus francés elaborado sobre la cultura Bereber del Norte de África son interpretaciones y falsificaciones fabuladas en la década de los 20 e incluso antes, en ese empeño galo de “no ser descendientes de negros” denominándolos incluso “África Blanca”, en su línea del “Racismo Elegante” descrita y estudiada por Gómez Alcantud.

Narra Abreu Galindo que «Entre las mujeres canarias habían muchas como religioue vivían con recogimiento y se mantenían y sustentaban de lo que los nobles les daban, cuyas casas y moradas tenían grandes preeminencias; y diferenciábanse de las demás mujeres en que tenían las pieles largas … », esto es usaban Manto largo como el de los hombres. Se cita en las crónicas el “Agadir, o Cenobio de Valerón” como lugar de habitación de las Harimaguadas que compartían espacio con los granos depositados en celdas horadadas en la roca, denominado entonces “Agadir” en la voz bereber.

La explicación más acertada en mi opinión, es que se trataba de mujeres jóvenes que hacían un “rito de paso” hacia la madurez y tiene que ver con la Fertilidad, la menstruación y su futuro matrimonio y crianza de hijos, así como mujeres con especial talento para atender asuntos espirituales y religiosos en los ritos de la cultura Guanche.

Existen vestigios arqueológicos de tales prácticas de Culto a la Fertilidad, Femineidad y esta suerte de mujeres con devoción por su cosmogonía, que nunca deben ser consideradas como “monjas” o “sacerdotisas”, meros intentos eurocéntricos de explicar este fenómeno hallado en la Conquista, y que sólo se da en Gran Canaria y entre mujeres de linajes nobles, separadas del resto por división de la sociedad entre Nobles y villanos, o “trasquilados” pues un signo de nobleza era tener los cabellos largos.

Nos centraremos por tanto en la “Crónica de la conquista de Gran Canaria”, dónde encontramos material suficiente para sustentar la idea de “mestizaje de control” ejercida por la sociedad conquistadora Medieval y Patriarcal.

Tenesoya, hija de Aymediacoan, y por tanto sobrina de Fernando de Guanarteme , era descendiente de Andamana o Antidamana conocida como “Madre de las (Hari)Maguadas” quién al casarse con Gumidafe hicieron guerra y conquistaron toda la isla” cuyo heredero fue Artemis.

Se unió en matrimonio a Maçiot de Bethencourt, sobrino del Conquistador y Señor Jean de Bethencourt, tomando el nombre de Luisa de Bethencourt al bautizarse,a quién se unió nadando hasta el barco de este fondeado en Bañaderos”, según la tradición literaria de Gáldar. Se deduce de estas crónicas que Tenesoya ya se había casado con Maçiot de Bethencourt por el siguiente texto de la “crónica Ovetense” Arminda o Masequera, hija de Fernando de Guanarteme: «y afirma la hija del guadáñeme, que era persona de mucha verdad, que la noche que Luisa de Betancur se unió (sic) de casa de su tio a embarcar, que se levantó de junto a ella y abrió la puerta que es muy pesada». Véanse las diferentes grafías de una misma palabra que transcribían los cronistas al oír los vocablos de la lengua guanche.

Tras la rendición total de Gran Canaria finalizada su Conquista el 29 de julio de 1484, “en que los canarios entregaron a su Reina y Señora de toda la Isla”, apenas una niña que gobernaba a través de su tío a quién nombró “Faycan”, vivió finalmente con Tenesoya/Luisa de Bethencourt y su marido Maçiot.

Tenesoya/Luisa de Bethencourt en “información de hidalguía” viuda de Bethencourt, y sus hijos practican en Gáldar el 30 de agosto de 1528 para librarse de un embargo por el pago de moneda forera’, declara ser «hija de Armide lacocón, hermano de Ventagoo, guanarteme de Telde”, siendo apoyado su testimonio por Catalina de Guzmán, antes llamada Guayarmina, Princesa de Gáldar…

Y es aquí donde se desvanece el Matriarcado vigente en aras de una cultura que las relegó, cuando su estirpe fue de madres de Reyes.

Texto elaborado a partir del estudio antropológico de Francisco Pérez Saavedra., U.L.P.G.C. Fotografías: «Museo Canario» y FEDAC-Gran Canaria.

«Racismo elegante», J. A. Gómez Alcantud, Ed «Bellaterra».

Las chicas “Bacurau” del norte de África contra el Far-West.

El sentimiento de pertenencia es lo que hace que nos sintamos identificadas con personas, hechos, políticas e incluso gestos humanos.

Pertenecemos porque nos identificamos con aquello que nos “emparenta”, el sentimiento tribal, fundamentado en la articulación de un parentesco extenso, que logra convocar a una Tribu.

Mucho ha disertado la Antropología sobre las “Tribus Urbanas”, después de desembarazarse del cinturón de hierro de las Razas, biologicismos, higienismos, y demás aspectos mezquinos que no la dejaron evolucionar hasta los días de ayer y hoy.

 

Se preguntarán qué diablos es «Bacurau».

Es el título de un film dirigido por los brasileños Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles y ganadora del Premio del Jurado de Cannes en 2019.

Se corresponden con Bacurau, una estética, un pensamiento político y un sentimiento de “pertenencia” que me identifica como “bacuraense” sin pasar por las “cantinas con vaqueros, whisky y chicas en corsé” del Hollywood de nuestra infancia.

En una escena de la película, unos extranjeros pasan por Bacurau y la mujer pregunta: “¿Cómo se le dice a la gente que es de Bacurau?”, esperando el gentilicio adecuado como respuesta, y un niño desde su ingenuidad responde de manera inmediata: “personas”

El film comienza situando el “tempo” en algún lugar de aquí a unos años, que por lo tanto no existe, o puede que exista.

Tenemos imágenes en la retina que conforman nuestro pensamiento y nos producen sentimientos de pertenecía o de lejanía, que nos identifican según nuestras afinidades con lugares y hechos, o que por “desemejanza” nos hacen entender “lo que no somos”, a lo que no pertenecemos.

Educadas, las “chicas” del norte de África, en el discurso de Fátima Mernissi, que planteaba quienes queríamos ser, Simbad o el Cowboy, nos convertimos en las “chicas Bacurau” al rechazar la figura violenta armada del Cowboy y abrazar al Simbad viajero que aprovechaba los monzones para viajar desde Basora a islas inexistentes desde las cuales regresar cargadas de tesoros y preciosidades.

Somos raridades marginales que nunca se identificarán con la chica desvalida que rondaba el “Saloon” del westernhollywoodense”, a merced del vaquero de turno y su humor, pendencia o tamaño del revólver.

Las chicas Bacurau del norte de África reconocemos como única frontera lo rancio del Pensamiento Único, la Blanquitud extrema y el rechazo más absoluto a una violencia en la que hemos crecido y a la que hemos desterrado con la palabra.

Mestizas, orgullosas.

No se trata entonces, de conformarnos con lo que los vaqueros nos quieran dar, sea malo o bueno, sino que hemos subido a lomos del camello digital para seguir la estela de los viajes de Simbad que leímos en «Las 1001 Noches».

Viajamos y defendemos Bacurau, esa Matria ilusoria en la que muchas de nosotras nos sentiremos a refugio de vaqueros violadores, pendencieros a los que hemos puesto unos límites que nos pueden llegar a convertir en muy elocuentes, si se atreven a cruzarlos.

Bacurau”: https://es.wikipedia.org/wiki/Bacurau

Fátima Mernissi: ¿El Cowboy o Simbad (…)

¿El Cowboy o Simbad? ¿Quién vencerá en la globalización? Por Fátima Mernissi.